Los baños de hielo mejoran el bienestar físico general y permiten que las personas se sientan preparadas para afrontar el día con una mejor actitud.

El frío extremo estimula la liberación de endorfinas, que estimulan el estado de ánimo de forma natural. Además, el impacto del agua helada en el sistema puede aumentar el estado de alerta y la claridad mental.

A medida que el cuerpo se adapta al frío, los vasos sanguíneos se dilatan después del baño. Esto entrega oxígeno y nutrientes a los músculos promoviendo la salud cardiovascular.

Cuando el cuerpo se expone a temperaturas frías durante cortos periodos de tiempo. Esto provoca una vasoconstricción y estimula la actividad metabólica, lo que conduce a la quema de calorías y a la reducción de la grasa.

La inmersión en agua fría restringe los vasos sanguíneos temporalmente lo que reduce la inflamación, alivia el dolor muscular y, a su vez,  acelera el proceso de recuperación.

La exposición al agua fría estimula la liberación de neurotransmisores como la noradrenalina, que puede mejorar el estado de ánimo y reducir los síntomas de ansiedad y depresión.

Cuando se expone al frío extremo, la temperatura central del cuerpo desciende. Esto hace que el cerebro libere hormonas que inducen el sueño provocando un sueño más profundo y reparador.